Consejos para perder el miedo a hablar en público paso a paso
La glosofobia tiene un componente de instinto primitivo y pequeños trucos a la hora de plantarse ante una audiencia ayudan a dominarlo
Hablar en público puede resultar un desafío para muchas personas y sin embargo formar parte de su día a día. Se estima que más de un 75% de la población sufre ansiedad o nerviosismo al enfrentarse a estas situaciones. Este miedo se le conoce como glosofobia, que es el término para referirse a personas que padecen ansiedad o se bloquean al tener que exponerse a hablar en público.
Sin embargo, ser un buen comunicador es una de las habilidades más demandadas en el entorno laboral. En la actualidad, las empresas ya no solo buscan que sepas saber hablar en público, sino también ser buenos trasmitiendo la información. Según un estudio elaborado por Udemy for Business, la demanda de cursos relacionados con la comunicación empresarial se incrementó un 1.585% en 2020.
Instintos primitivos
¿De dónde proviene este miedo generalizado a hablar en público?
Ignasi Dalmases tiene más de 10 años de experiencia como formador en habilidades comunicativas, tanto para empresas como para particulares que las quieren mejorar, y considera que, en general, «como sociedad no sabemos comunicarnos; es una cuestión pendiente y la pandemia, con la mediación de las pantallas, no está ayudando».
Es natural que sintamos un miedo innato al exponernos por primera vez a este tipo de situaciones. Leo Piccioli, experto en oratoria e instructor en Udemy for Business, señala que hablar en público es un hábito que se debe de entrenar, como un músculo. “De alguna manera venimos al mundo con un stock de vergüenza, una cantidad que tenemos que gastar, pasándola, superándola. Y la única forma de perderla es encontrando espacios adecuados para hacerlo”, recuerda el experto.
En este sentido, Tomás López García, psicólogo especialista en trastornos de ansiedad y psicoterapia para adultos, confiesa que hay una parte de nosotros que tiene miedo al rechazo. «Necesitamos ser perfectos delante de los demás», señala. Y apunta que hay un parte de nuestro sistema nervioso que es un poco más primitivo y que hace que nos sintamos más vulnerables. «Tenemos miedo al rechazo porque para el sistema nervioso es como si estuviésemos en el pasado, donde somos un animal asustado que, cuando está fuera del grupo, es mucho más vulnerable», afirma.
Lluís Pastor, profesor de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica, precisamente, que la distancia que separa al interlocutor del resto de la gente también es un factor determinante para el miedo.
Comenta que, habitualmente, cuando nos comunicamos con otras personas presencialmente la distancia siempre es muy corta. Por tanto, al hablar ante «un público» esta situación se vuelve anómala para nosotros. “Se produce esta separación natural que, sumado al hecho de que tengas que hablar a más gente, genera un sentimiento de soledad. Por primera vez desde que naciste y estuviste en la cuna, te das cuenta de que estás comunicando desde la soledad y los demás te están observando a ti”, dice Pastor.
Por eso Ignasi Dalmases ofrece algunos consejos sobre cómo afrontar el hecho de tener que hablar en público.
El lenguaje
Nuestro cuerpo también comunica
«Es importante lo que se dice, pero también cómo se dice, el lenguaje no verbal; y, por otro lado, hay que procurar usar un lenguaje asertivo: no se puede seducir si al otro lo que dices le resulta negativo; hay que ponerse en el lugar del otro para que este haga tuyo tu objetivo», explica.
La actitud
Ten confianza en ti mismo
Además, como en la mayoría de las cosas en la vida, la actitud lo es todo y, en este sentido, Dalmases opina que «demostrar confianza nos da autoconfianza, porque a veces tenemos creencias sobre nosotros mismos que no son ciertas; y mostrar entusiasmo hace que generemos interés, igual que mostrar una actitud de escucha hacia el otro es un quid pro quo» que hace que todo fluya mucho mejor.
«Mostrar entusiasmo hace que generemos interés»
También ayuda, en las conversaciones interpersonales, «no tomarse nada de forma personal, ser impecable con las palabras y no hacer suposiciones, que sería lo contrario de aquello del piensa mal y acertarás», dice Dalmases.
La mirada
No desvíes tu atención
Otro factor a tener en cuenta es la mirada. «No hace falta mirar directamente a los ojos, pero sí que el otro tenga claro que te estás dirigiendo a él. De hecho, mirar directamente a los ojos puede ser considerado como un desafío».
Pero para seducir «la mirada es importante porque el otro ve que estamos pendientes y, además, no nos perdemos ninguna reacción», asegura Dalmases.
La sonrisa
Mantente positivo
El sentido del humor y la sonrisa también son importantes, según este experto, que afirma que «la sonrisa es lo mejor en la peor de las situaciones». Así como los silencios y las pausas, «que ayudan a crear expectativas», aunque finalmente «lo mejor es siempre ser nosotros mismos y tratar de convencer sin tratar de ganar. Hay que evitar la manipulación, que normalmente es un síntoma de una baja autoestima».
Practica con grupos de confianza
¡Evitar estas situaciones no es una solución!
Lopéz señala que, al igual que en el tratamiento de la mayoría de fobias, en el miedo a hablar en público es importante exponerse a él. Explica que hay que dejar un espacio a esta ansiedad que provoca y no tratar de evitarla. «Cuando evitamos la ansiedad es cuando nos salimos de ese camino que nos podría dar satisfacción. Incluso hay personas que dejan el trabajo por este miedo», destaca.
Eso sí, subraya que esta exposición se ha de hacer de forma gradual: primero con gente conocida y, poco a poco, con un grupo de personas más grande. El objetivo es ir exponiéndonos a situaciones cada vez más complejas o que nos den más miedo.
En este sentido, practicar es fundamental para mejorar nuestro nivel de oratoria. En opinión de Piccioli, “todos hablamos en público diariamente sin darnos cuenta, y una reunión familiar o de amigos puede convertirse en la oportunidad ideal para practicar”. Piccioli asegura que podemos empezar por contar historias o experiencias propias, para descubrir nuestras virtudes y sentirnos cómodos con nuestra propia voz.
Una vez nos sentimos cómodos y seguros en entornos de confianza, podemos dar el salto a otro tipo de escenarios más abiertos. «En este paso, deberemos identificar lugares de bajo riesgo, reuniones sociales más amplias o espacios donde apenas nos conozcan como, por ejemplo, micrófonos abiertos», opina Piccioli. De esta manera, a través de las opiniones que nos vayan transmitiendo, podremos ir incorporando nuevas mejoras a nuestro discurso.
Sin miedo del público
Reduce el espacio y conecta con tu audiencia
Si bien es cierto que al hablar a un grupo de personas es inevitable que haya una distancia mayor que cuando hablamos con una persona, podemos tratar de reducir ese espacio en la medida de lo posible. “Podemos acércanos más al público, porque cuando estamos a menos de dos metros eso ya hace que nos sintamos parte del grupo; es un instinto casi animal”, apunta Pastor.
«Si estamos a menos de dos metros eso ya hace que nos sintamos parte del grupo»
Además, para disminuir esa sensación de soledad y no sentirnos observados, el experto comenta que podemos conectar nuestras miradas con el público. «Aunque hay personas que ponen cara de juez y nos generan más inseguridad, hay que buscar a la gente que te mira de forma agradable», señala Pastor. De esta manera, reproduciremos de una forma más natural nuestro mensaje como lo haríamos con un grupo más pequeño en el que nos sintamos parte de él.
Conversa previamente con los asistentes
Normalmente, cuando hablamos en público es porque tenemos algo que aportar a la audiencia. Por este motivo, Piccioli explica que, antes de dar nuestro discurso, es recomendable conversar con algunos de los asistentes para escuchar lo que les preocupa y observar sus interacciones.
De esta forma, no solo eliminaremos gran parte de nuestra vergüenza sino que, al conocer mejor a nuestro público, podremos adaptar mejor nuestro mensaje. «Con esto eliminaremos el temor a contar algo que no sea relevante o a perder su interés», indica este experto.
Prepara bien tu discurso
Para preparar bien nuestro discurso, Pastor opina que es importante saber simplemente qué queremos decir, sin necesidad de aprender todo nuestro discurso de memoria. «No hace falta que te sepas las frases y citas de memoria; si queremos leer algo literalmente, no hace falta aprendérselo; hay que ser francos y naturales», afirma. Además, remarca que es vital saber el orden en el que queremos decir las cosas. «Un orden diferente puede tener menor efecto en el público», advierte Pastor.
Usa recursos para aflojar tensión
De la misma manera, podemos disponer de recursos que nos ayuden a mantener la calma en momentos de presión. López explica que podemos utilizar técnicas de relajación muscular para reconocer y relajar esas partes del cuerpo que se encuentran en tensión. «También hay una cuestión de aceptación, y de dar espacio. Para esto podemos utilizar ejercicios de mindfulness, que ayudan a dar espacio a esas sensaciones tan desagradables como la ansiedad», añade el psicólogo.
Sé tú mismo, no actúes
Por último, Pastor indica que uno de los grandes errores que hacen los personajes públicos es que, a partir de las indicaciones de sus asesores, intentan parecer algo que no son en realidad. «Si la gente detecta que estamos comunicando un perfil de persona que no somos, es posible que desconecten», opina.
«Para hablar en público no tienes que identificarte ni parecerte a nadie»
Por tanto, que seamos más extrovertidos o más reservados, no significa que no podamos tener una comunicación interesante y fluida. El experto comenta que, a veces, pretendemos que nuestra comunicación en público sea como las que tienen algunos actores en algunas películas, donde todo está guionizado.
Fuente: lavanguardia.com
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