EL ADOLESCENTE HOY

El presente artículo es una invitación a la reflexión sobre la realidad del adolescente en nuestros tiempos, dado que el psicólogo se está encontrando cada vez más, en esta etapa, problemas de integración de la identidad y de personalidad. Por este motivo creo necesario que nos replanteemos y re-pensemos como se ha entendido la adolescencia hasta ahora, y como la hemos de entender teniendo en cuenta la influencia que puede estar ejerciendo el contexto histórico en el que vivimos.

¿Qué es la adolescencia?

Para poder responder a esta pregunta, es importante entender que les ocurre a los adolescentes y porque se comportan de una determinada manera.

Desde una perspectiva psicoanalítica se ha venido describiendo la adolescencia como una época de cambio, un periodo de reorganización todo lo vivido hasta ese momento, de turbulencia y de descubrimiento; de movimientos hacia una nueva identidad y de un nuevo conocimiento de uno mismo. Es decir, es una época de transformación, de «transición» del niño en adulto, y por lo tanto con unas características determinadas y especiales.

Según el diccionario, adolecer significa caer enfermo o padecer una dolencia. Por lo tanto nos encontramos ante un proceso, y como todo proceso con obstáculos y secuelas, con huidas y conquistas, lo cual ha inducido a que diferentes autores a lo largo de la historia dieran diferentes interpretaciones; aunque todos ellos coinciden en que la verdadera búsqueda del adolescente es la búsqueda de una nueva identidad. A veces se ha puesto más el acento en la problemática sexual, o sobre la edípica, o sobre la construcción del self (del sí mismo), o sobre la adquisición de nuevos conocimientos, pero todos convergen en la idea de que es «el segundo nacimiento», ya sea como nacimiento social o como individual: la aparición de una nueva relación con uno mismo y con los otros.

La adolescencia es una etapa de crisis, una crisis de la identidad. Se puede considerar que el problema de la identidad consiste en la capacidad de mantener el concepto de sí mismo, y la integridad frente a los cambios que ha de soportar. No obstante la identidad no es un sistema interno cerrado, impenetrable, sino un proceso biológico, psicológico y social. Y es en este punto donde creo que nos hemos de parar y poder pensar en el adolescente de hoy.

Hasta ahora se ha puesto mucho énfasis en el hecho de que el adolescente pase su crisis dentro de unos límites de la normalidad o que todo esto acabe organizando un trastorno psicopatológico, dependiendo de:

la integración de la personalidad
de cómo hace frente a las frustraciones y a los diferentes duelos que ha de superar, y
de la capacidad comunicativa que le permiten aproximarse y compartir sentimientos, o por el contrario cerrarse o evadirse

Personalmente creo que es importante poder pensar en como interacciona e influye en el adolescente el entorno social entendiendo desde una perspectiva amplia (psicobiosocial); dado que actualmente los psicólogos nos estamos encontrando mayor número de trastornos de personalidad en la adolescencia, que hace unos años.

También considero importante, para poder entender al adolescente, situarlo en un entorno socioeconómico e histórico determinado, en nuestro caso el de los países desarrollados. En este sentido nos encontramos que el adolescente de hoy se encuentra atravesado por una cultura determinada, que se ha venido a denominar la cultura de la postmodernidad.

El adolescente de hoy

La cultura de la postmodernidad se caracteriza por ser una época de cierta desilusión, donde no se cree en ideales, donde hay una ausencia de los grandes proyectos que se daban en épocas anteriores, y que llevaban implícita la idea de crecimiento y de progreso. Hoy nos encontramos con expresiones tales como «imagen», «consumismo», «zapping», «e-mail», «boom», «hard», «soft», «light», …. propias de esta época, época básicamente de impacto audiovisual.

Esta época se caracteriza igualmente por la existencia de una cultura del «bombardeo» de la imagen, donde por exceso de la misma se da lugar a una sobresaturación, no dando tiempo a la asimilación y a la elaboración, y provocando un impacto en la conducta de modo que se refuerza nuevamente la imagen en lugar de la palabra. En esta época se han generado nuevas estructuras para la recepción y adquisición de conocimiento. Prueba de ello es la nueva modalidad de «escritura electrónica» que está surgiendo gracias al «boom» de la telefonía móvil.

En esta época:

Se acentúa el individualismo, dándose frecuentemente exhibicionismo y superficialidad.
Se exalta «el culto al cuerpo», y de un hedonismo que puede terminar atentando contra la salud.
El consumo define el ser: «soy lo que tengo».
Los medios de comunicación proponen a la adolescencia como modelo social y a partir de ello se «adolece» a la sociedad misma.

Es en este contexto donde se encuentra el adolescente de hoy, pero también se encuentra el adulto. Como resultado no nos encontramos a adolescentes en un periodo de «transición» sino en un «estado», donde la adolescencia tiende a prolongarse en el tiempo.

Los padres se ven atenuados en su capacidad de contención, así el adolescente se enfrenta a grados de libertad que dan lugar a una incontinencia y abandono.

Ante todo lo dicho, pensemos en los duelos propios del adolescente, y las transformaciones que se han de dar en este período.

Los adolescentes hoy, tienen una gran cantidad de información a su disposición, pero no tienen al adulto que le sirva de contención, ya sea para identificarse o para confrontarlo; sus vínculos son breves, superficiales, exhibicionistas, que en ocasiones tienden a la actuación antes que la comunicación. No poseen modelos, por lo que buscan modelos colectivos. La confrontación generacional ocupa un segundo o tercer plano, cuando anteriormente era el primero. Si bien se observa un cuestionamiento en cuanto a lo cotidiano de la vida familiar, éste no se presenta respecto a los valores de los padres, la actitud común es la indiferencia y el aislamiento: cada uno con lo suyo.

Los adolescentes se ven obligados, en muchas ocasiones, a ser padres de sí mismos, situación que les da más libertad, pero para la que no cuentan con recursos suficientes.

Ante todo esto, me pregunto: ¿Qué ocurre con la etapa de la adolescencia como transición, y por lo tanto, y como en todo proceso de transición, con los duelos?

Si entendemos que el adolescente se enfrenta básicamente a cuatro duelos por los que tenía que pasar para convertirse en adulto, hoy nos podemos preguntar: ¿Hay duelos en la época actual? Esta época ofrece una vida «soft», emociones «light», sin drama, se evita el sufrimiento. Para que los duelos tengan lugar necesitan una crisis, angustia, y esfuerzo psíquico para superarlos.

El duelo por el cuerpo infantil: hoy el adolescente ingresa en un estado reconocido como «ideal». Deja el cuerpo de la niñez para ser poseedor del cuerpo que «hay que tener» (y el que los adultos desean mantener).

El duelo por el rol y la identidad infantil: hoy se valida seguir actuando y deseando ser como cuando se era niño, por lo que los valores de la infancia se mantienen socialmente. A través de la relación con los padres, profesores, y el medio social se deberían de potenciar valores como el esfuerzo, la empatía…

El duelo por los padres de la infancia: convertirse en adulto significa desidealizar, confrontar las imágenes infantiles con lo real, rearmar las figuras paternas, acabar de darse cuenta que los padres no lo pueden todo, como tampoco ellos mismos; pero el adolescente de hoy encuentra que sus padres tienen sus propias dudas, no mantienen valores claros y coherentes, y en algunos casos hasta comparten sus mismos conflictos.

Duelo por la bisexualidad: hasta la adolescencia no hay una diferenciación definitiva de sexos, antes es algo más bien social. La adolescencia ha sido siempre una etapa de búsqueda de la identidad sexual. La necesidad de superar la bisexualidad en la actualidad no parece requerir ningún duelo, sino que aparece como una característica atractiva de mantener, perdiéndose la identidad sexual clara.

Por otra parte no podemos dejar de incluir en esta reflexión que el adolescente de hoy está atravesado por una crisis que lo induce a un consumo exaltado, no teniendo límites en la obtención de bienes materiales, que además considera necesarios para dar sentido a la vida. Además su inserción en el mundo productivo se ve retrasada, modificando los modos y tiempos hacia la autonomía.

Ser adolescente hoy implica vivir en un mundo lleno de transformaciones e incertidumbres. Debemos entonces repensar y recrear nuestro ser adulto, recrear los modos para poder acompañarlos.

¿Cuáles serían los objetivos a lograr en esta etapa?

El adolescente ha de ir adaptándose a una nueva imagen corporal, y a través de nuevas experiencias, consolidando una nueva identidad, para ir integrándose socialmente, a la vez que se va independizando de los lazos familiares.

Por todo ello es muy importante el papel de los adultos que rodean al adolescente. En muchas ocasiones, debido a la propia etapa, no se sienten comprendidos, pero al menos lo que se ha de intentar conseguir es que no se sientan rechazados o en ocasiones incluso solos en este proceso.

En esta etapa son muy importantes las relaciones interpersonales, especialmente las familiares. Los padres han de mantener una actitud de calma, nunca poniéndose a la altura del adolescente, ni en discusiones, ni tampoco intentando ser «colegas», si no intentando comprender y aceptar los cambios que el adolescente está sufriendo.

En ocasiones, todo ésto no lo consiguen solos, y tanto los padres como el adolescente pueden necesitar apoyo y orientación. A veces porque los padres se siente sobrepasados, e incluso se pueden llegar a sentir incompetentes, o en otras ocasiones porque tampoco son capaces de enfrentar los propios cambios que representan el crecimiento de los hijos adolescentes, que pronto se convertirán en adultos (lo cual implica la inexorable aceptación de que el tiempo del ser humano es limitado), o por la reactivación de los conflictos que vivieron los propios padres en su adolescencia. En otras ocasiones porque el adolescente se siente demasiado confundido e incomprendido. En estos casos mediante una orientación psicoterapéutica, ya sea familiar o individual, se intenta volver a encontrar una situación de equilibrio para que padres e hijos acaben pudiendo enfrentar esta etapa de tantos cambios.

AUTOR

Angeles Codosero Medrano

Psicóloga clínica y psicoterapeuta psicoanalítica

Psicóloga clínica (Col. núm. 6267)
CENTRE DIAGONAL. BARCELONA.
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