LAS NUEVAS FAMILIAS DEL SIGLO XXI: FAMILIAS ENSAMBLADAS
Las familias ensambladas son aquellas en las cuales uno o cada uno de los miembros de la nueva pareja, aporta uno o más hijos del matrimonio o pareja anterior, ya sea por que se han separado, divorciado, o por viudedad. Es una tipología de familia cada vez más frecuente en nuestra sociedad, considerándose que pasará a ser la familia tipo en los próximos años, en lugar de la familia tradicional que conocemos. De ahí que, cada vez, sea más frecuente encontrar en terapia de familia a este tipo de familia.
Desde nuestra experiencia, y con el trabajo desarrollado con estas familias, se observa que cuando se han tomado un periodo de reflexión, y han podido elaborar adecuadamente la pérdida o separación de la anterior pareja, son las que tienen mayor número de recursos a la hora de afrontar la nueva situación, y los conflictos que ello conlleva. También hemos observado que si se intenta seguir funcionando como si se tratara de una familia tradicional, se acaba fracasando en el intento de constituir una familia estable y cohesionada.
Al haber una nueva unión o matrimonio debe abordarse, con mucho realismo, las necesidades y expectativas que cada uno de los miembros tiene. La falta de información y comunicación hace que muchas familias ensambladas fracasen, dado que adoptan comportamientos que se corresponden más con la familia integrada por un padre, una madre y sus hijos; sin tener en cuenta que puede haber un padre o una madre biológica, pero también una madrastra o un padrastro, o niños que, sin ningún parentesco, y quizás sin a penas conocerse, se convierten en hermanastros, o simplemente, pasan a convivir juntos en temporadas.
Formar una familia no es tarea fácil, y una familia ensamblada menos, dado que tienen características propias y peculiares.
¿Qué se ha de tener en cuenta en relación a los hijos?
- Sensación de pertenencia: ¿Cuáles son los miembros de mi familia? ¿A qué familia realmente pertenezco?
- Espacio físico y psíquico: ¿Cuál es realmente mi casa? ¿Tendré una habitación para mi solo o la tendré que compartir? ¿Puedo estar solo/a en mi habitación, sin que los demás piensen que me aíslo, o que los rechazo?
- Roles/ lealtades: ¿Quién el responsable de mi? (en cuanto a toma de decisiones, economía, etc.) ¿Si sigo las normas en mi nueva familia dejo de ser leal a mi madre/padre? ¿Si tengo algún problema a quien se lo he de explicar?
- Tiempo:Si a veces puedo tomar algunas decisiones por mí mismo/a, ¿Por qué no puedo escoger con quien pasar mi tiempo libre?
- Vínculos afectivos: ¿A quién tengo que querer?
Son preguntas que, a menudo, son difíciles de formular por los miembros de una familia ensamblada, y muchas veces, también, difíciles de responder. No obstante es muy aconsejable que se formulen estas preguntas, y otras parecidas, y que se respondan, para un mejor funcionamiento y organización de la nueva familia.
Hemos de pensar que se ha de crear un ambiente donde los hijos puedan hablar y expresarse con absoluta libertad. Son los adultos los que, en este caso, han de saber escuchar, sin por ello herirse. Es una forma de ofrecer un modelo de adulto donde prevalezca la comunicación y la expresión de emociones.
Las distintas discrepancias que irán apareciendo en cuanto a hábitos y rutinas de las distintas casas (la de los progenitores y la de los nuevos conyugues), pueden impactar de tal manera en los hijos que, muchas veces, resulta confuso saber lo que se puede o lo que no se puede hacer, decir o sentir. El fracaso en el primer matrimonio puede llevar a pensar que la nueva relación “ha de ser mejor”, “no voy a cometer los mismos errores que antes”, “esta pareja es la definitiva, y no puede fracasar”; llegando a crear unas expectativas demasiado nidificadas y difíciles de consolidar.
Una pareja tradicional se toma un tiempo para organizar su nueva vida, van madurando conjuntamente aspectos, hasta que deciden tener hijos. Y los vínculos emocionales se van construyendo con el tiempo padres-hijos. En una familia ensamblada es muy importante tener claro cuáles van a ser los vínculos que se han de construir, por lo que se necesita tiempo y paciencia. Llegar a establecer acuerdos no es fácil, ni con las actuales parejas, ni con las exparejas en relación a los hijos, pero tampoco es una “misión imposible”. Por ello hemos creado una serie de recomendaciones para este tipo de familias:
- Se han de realizar actividades conjuntas como familia ensamblada, teniendo en cuenta, especialmente, los gustos y preferencias de los hijos.
- No se debe de forzar a ser amigos, a los niños entre sí, ni a los padrastros o madrastras y los niños. Hay que dejar que los acontecimientos se vayan desarrollando.
- No obstante, a pesar de que los lazos afectivos no se han de forzar, tampoco surgirán de forma “mágica”. Las relaciones se construyen con la convivencia. Se debe de ser flexible e intentar escuchar, y especialmente entender, las necesidades de los hijastros/hijastras.
- Es más importante ser sincero, como forma de darse a conocer, que simpático y bueno.
- Se ha de expresar con firmeza, como pareja, lo que como familia les puede sentar bien, sin desvalorizar o criticar lo que se haga en las otras casas.
- Se ha de seguir dedicando tiempo a los hijos biológicos. Ello puede que no siente bien a la actual pareja, pero han de poder hablarlo y entenderlo, según las prioridades de cada momento.
- También se ha de hacer alguna actividad con el/la hijastro/a, sin que intervenga la madre/el padre biológico.
- Si en la nueva familia hay adolescentes se ha de permitir que ellos organicen sus salidas, como lo harían en las familias tradicionales. Se ha de tener en cuenta, independientemente del momento que se está viviendo, el momento evolutivo del adolescente.
- Finalmente, es muy importante buscar, y encontrar, el espacio y tiempo necesario para poder exponer las dificultades que vayan surgiendo. Todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión. Aunque la autoridad de los padres es la última que debe decidir, argumentando siempre el porqué se toman ciertas decisiones.
Como se ha comentado con anterioridad, no siempre es fácil, aunque lo pueda parecer, llevar a cabo todas las recomendaciones que se han dado, y en muchas ocasiones se hace necesaria la intervención de un profesional, ya sea psicólogo clínico o psicoterapeuta, que ayude en primer lugar en la definición de los diferentes conflictos, a nivel individual y a nivel familiar, ya sean de índole organizativa como emocional, así como en la ayuda o acompañamiento para ir creando vínculos afectivos.
Este artículo puede ser reproducido siempre que se respete su integridad y se acompañe de la siguiente línea de crédito en la misma página en que aparezca el mismo y conservando los respectivos enlaces:
Angeles Codosero Medrano. Psicóloga clínica (Col. núm. 6267). CENTRE DIAGONAL. BARCELONA. www.centrediagonal.com
AUTOR
Angeles Codosero Medrano
Psicóloga clínica y psicoterapeuta psicoanalítica
Psicóloga clínica (Col. núm. 6267)
CENTRE DIAGONAL. BARCELONA.
www.centrediagonal.com