MIEDOS Y FOBIAS

Miedos y fobias infantiles

El miedo es una reacción psicofisiológica del organismo ante determinadas situaciones. En la infancia es un fenómeno universal y presente en todas las culturas y épocas, dado que es un factor de adaptación para la especie. La reacción de miedo, y el hecho de aprender a controlarlo forma parte del desarrollo emocional y cognitivo. Los miedos son mecanismos evolutivos, y por tanto, a ciertas edades, son normales. A medida que el niño crece, y su sistema psicobiológico va madurando, estos miedos van cambiando y/o desapareciendo. Generalmente, evolutivamente, se pueden distinguir las siguientes etapas:

a) Primera infancia

A partir de los 6 meses de vida, surge la ansiedad de separación de la figura de apego. Entre el primer año y los dos años y medio, este miedo a la separación se intensifica, y a aparece el temor a los extraños. Además aparecen temores a los ruidos fuertes y a animales.

b) Etapa preescolar

Se mantienen los miedos de las etapas anteriores, pero debido al desarrollo cognitivo se incrementan los estímulos capaces de generar miedo, apareciendo el miedo a los «monstruos», «fantasmas», oscuridad, temores relacionados con el mundo de la fantasía.

c) Entre los 6 y los 11 años

En estas edades el niño diferencia el mundo interno (representaciones, fantasías, etc.) de la realidad externa, y desaparecen los miedos de la etapa anterior, y apareciendo miedos más reales, como a los accidentes, a ir al médico, etc. En relación a una mayor demanda en la escuela aparece el miedo al fracaso escolar , a la crítica, y a las relaciones con compañeros que sienten pueden ser amenazantes y/o agresivas. También es común el miedo a la separación o divorcio de los padres, que se intensifica en los casos en que perciben un ambiente familiar hostil o inestable.

d) Preadolescencia

Básicamente aparecen los miedos al cambio de la propia imagen.

e) Adolescencia

Se mantienen los de la etapa anterior, y surgen con mayor fuerza los miedos relacionados con las relaciones interpersonales, el rendimiento académico y deportivo, y el miedo a no ser reconocidos por sus compañeros. Esta etapa es una etapa de crisis por definición, donde una de las características es poner en duda la protección familiar, dado que se inicia la búsqueda de la autonomía y de la propia identidad, por lo que pueden aparecer muchos tipos de miedos.

¿Qué se ha de hacer ante un miedo?

Hemos de tener en cuenta que el niño siente un temor real. Nunca se debe minimizar ni ridiculizar el temor, ni mucho menos reñirle. Lograr que el niño pueda hablar del miedo es un primer paso para avanzar hacia su control. Cuando el miedo es algo imaginario, los padres no hemos de ignorarlo, si no convertir lo imaginario en real, por ejemplo, cuando sienten miedo a ir a su habitación porque dicen que hay un monstruo, le acompañaremos y le diremos que nos enseñe donde está el «monstruo», y le daremos herramientas reales o imaginarias para eliminar al «monstruo».

El hecho de que hablen sobre sus miedos les ayuda a corregir interpretaciones erróneas, y a que algo, por el hecho de hablarlo, sea menos temido. El hecho de escucharles les da mayor confianza, y de alguna manera se sienten más seguros. Todo ello les ayuda a «conquistar» estos miedos. El ofrecerles un modelo de comprensión no significa sobreprotegerles, sino acompañarles en su crecimiento.

No se han de confundir los miedos con las fobias. La fobia es un miedo irracional, que se caracteriza por el grado de intensidad ante una determinada situación, y que, en muchas ocasiones, impide llevar a cabo una vida con normalidad.

Cuando aparece una fobia es muy recomendable, si no imprescindible, buscar una ayuda profesional, dado que la cronificación de la misma puede llevar a cuadros clínicos más importantes en el futuro.

AUTOR

Angeles Codosero Medrano

Psicóloga clínica y psicoterapeuta psicoanalítica

Psicóloga clínica (Col. núm. 6267)
CENTRE DIAGONAL. BARCELONA.
www.centrediagonal.com

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