¿Por qué crece tanto la terapia psicológica virtual? ¿Qué aporta?
Una buena conexión a internet y un móvil es todo lo que se necesita para poner en marcha una sesión de psicoterapia virtual. Los encuentros en remoto con los psicólogos se han disparado en los últimos siete meses, un periodo en el que se ha tambaleado la salud mental de gran parte de la población. ¿El motivo? La pandemia ha afectado a muchos de los pilares sobre los que se asentaba la seguridad emocional, y hoy, Día Mundial de la Salud Mental, vale la pena tomar conciencia de ello.
“Las grandes crisis sociales son momentos en los que mucha gente experimenta a la vez un vuelco en sus valores, jerarquía de prioridades y principios por los que rige su vida. Esto hace que vuelvan la mirada hacia aspectos relacionados con el bienestar psicológico , precisamente, porque se ha visto seriamente perjudicado o está bajo algún tipo de amenaza”, explica el psicólogo explica Rafael San Román, psicólogo de ifeel.
La realidad es que los confinamientos, las pérdidas de familiares, los despidos laborales y la limitación en para ver a amigos y seres queridos han dejado secuelas incluso en quienes gozaban de una buena salud emocional. “La terapia es algo que ayuda y hace bien siempre. Tener un apoyo, un profesional experto en crisis, en cambios, en emociones… ayuda a atravesar malos momentos y crecer encontrando el lado resiliente que cada uno tiene”, explica la psicóloga y neurocientífica Ana Asensio, autora de Vidas en Positivo (B de Bolsillo, 2020).
La toma de conciencia de que el malestar psicológico natural y sobrevenido se puede trabajar es uno de los factores que está motivando la incorporación de la terapia entre la población. La conciliación con la vida cotidiana que permite su forma virtual, también.
Según indica el estudio Psicología y terapia online en España en la era del Covid19, realizado por la plataforma de psicólogos online iFeel, el número de consultas digitales ha aumentado un 98%. “No tenemos que resignarnos a encontrarnos mal. Es muy bueno que, siempre que sea posible, se reserve un espacio para la terapia”, aporta San Román.
La factura de la incertidumbre
Aunque veníamos de una realidad en la que el estrés dominaba las agendas diarias, la pandemia ha traído consecuencias que han superado de forma radical el efecto del mismo sobre el bienestar. “La crisis sanitaria incluye multitud de pequeños y grandes estresores, presentes de forma continuada, que generan un gran desgaste”, explica Rafael San Román, psicólogo de ifeel.
Además, esta crisis cuenta con un componente muy elevado de incertidumbre, algo que no beneficia a salud mental, sino que contribuye al malestar subjetivo. “No sabemos dónde está la amenaza, no sabemos si nos afectará o cómo lo hará, o si suponemos un peligro para otras personas, y esto dificulta mucho la manera de organizar la vida cotidiana, el ocio y las relaciones. Todos ellos, aspectos enormemente importantes para el bienestar diario”, continúa.
“La crisis sanitaria incluye multitud de estresores que generan un gran desgaste”
Rafael San Román
Psicólogo, ifeel
Por su parte, Asensio sugiere que todos estos factores precipitantes externos pueden crear somatizaciones, alteraciones y trastornos a nivel conductual y emocional. “Esta crisis ha puesto de manifiesto una situación antes no conocida: mucha alarma social, incertidumbre convertida en pánico y un largo tiempo sostenido de malas noticias”, señala la psicóloga.
En este escenario en el que, por periodos de tiempo, la ciudadanía se ha visto privada de movilidad, la psicoterapia ha cambiado la consulta por la pantalla. El estudio antes mencionado revela que casi el 60% de los usuarios que acudieron a consulta a través de dispositivos móviles no lo habían hecho antes de forma presencial, es decir, era su primera vez en el psicólogo.
“La terapia virtual tiene beneficios porque puede llevarse a cabo cuando la presencial no es posible. Bien porque hay un confinamiento, porque el psicólogo más cercano vive lejos, porque tengo dificultades de horario, de movilidad, o porque no deseo ser visto yendo a una terapia en persona, por ejemplo”, comparte San Román.
Factores como la inmediatez, la flexibilidad y el ahorro de tiempo han favorecido la conexión entre psicólogos y pacientes. “Yo he hecho terapia con gente que estaba en su casa, en su trabajo, en su cocina, en un parque, o incluso en el coche. Resulta muy adaptada a cada vida y a cada circunstancia en función de la necesidad o inmediatez, es mucho más fácil para ambos casos”, sugiere Asensio.
Ha surgido incluso una modalidad escrita para quienes no disponen de acceso a cámara o se sienten más cómodos expresándose a través de este medio. “Una terapia a través de un chat escrito permite poder regresar siempre que se quiera al contenido de las sesiones, sin olvidar que la escritura siempre beneficia la verbalización, la profundización y la toma de conciencia. Esto sucede cuando se realiza en condiciones tranquilas, reposadas y de total privacidad”, expone el psicólogo.
Ansiedad, la otra pandemia
Salud, economía, trabajo y relaciones personales se han visto golpeadas de forma radical. Y en ocasiones al mismo tiempo. “Aunque estemos hablando de personas psicológicamente sanas y sin estresores añadidos, si demasiadas cosas fallan a la vez, la salud psicológica se ve mermada”, analiza San Román. Las consecuencias se han materializado en un aumento de las terapias por cuadros por ansiedad en un 168%, respecto al mismo periodo del año anterior, según indica el informe de iFeel.
“Imaginemos alguien en cuya vida, aparentemente, todo funciona. Pero si, en un corto espacio de tiempo, enferma gravemente, pierde a alguien significativo y se queda sin trabajo es obvio que va a sufrir un desgaste. Si cuenta con los suficientes factores protectores (tanto psicológicos como sociales), el desgaste será menor”, añade el experto.
Junto a las consultas por ansiedad, las que más han crecido han sido las destinadas a tratar el duelo (135%). Asimismo el número de personas que han necesitado terapia por depresión y problemas de pareja se ha elevado en un 80% y 65% respectivamente. “En un momento en que las relaciones interpersonales se ven tan perjudicadas por las restricciones de movilidad, la terapia proporciona un espacio de contacto humano profundo y cercano, aunque no haya estrictamente un contacto físico”, aclara San Román.
¿Cuándo acudir a terapia?
Como dice el especialista: “Uno tiene un problema (por ejemplo, psicológico) cuando lo que le ocurre le genera problemas”. No dormir de forma regular o hacerlo con pesadillas continuas pueden ser indicios de que algo no va bien a nivel emocional. “Es importante fijarse en la capacidad para poder desempeñar las responsabilidades de la vida diaria, la calidad de las relaciones interpersonales, el estado de ánimo, la activación de nuestro cuerpo (por exceso o por defecto), entre otras cosas”, comparte San Román.
Además de síntomas acusados como ataques de ansiedad, pánico, angustia, existen otros que pueden revelar una ruptura con el bienestar. “Puede ser nerviosismo, preocupación, malestar, nudo en el estómago, en la garganta, dificultad respiratoria, cambios en el estado de ánimo y del humor. También irritabilidad, preocupación continua, tristeza y bajones… “, aclara Asensio. Un especialista puede ayudar a manejar todas estas situaciones y, por qué no, a devolver el estado de bienestar perdido con un gesto tan sencillo como iniciar una videollamada en el móvil.
Fuente: lavanguardia.com