El manejo de nuestras emociones propicia una mejor salud mental
En la dinámica de la vida, es común encontrarnos con conversaciones acerca del estrés. Esta reacción natural del organismo ante situaciones demandantes ha sido una constante a lo largo de la evolución humana, funcionando como un mecanismo de supervivencia que nos permitía afrontar peligros y desafíos. Sin embargo, en nuestra sociedad, el estrés puede transformarse en una constante crónica y perjudicial para nuestra salud tanto física como mental. De hecho, una forma muy conocida, es el estrés laboral.
¿Qué es el estrés?
El estrés se refiere a la respuesta del cuerpo ante situaciones que demandan adaptación o acción inmediata. Cuando nos encontramos ante una amenaza o un reto, el sistema nervioso activa una serie de reacciones fisiológicas y psicológicas que preparan al organismo para responder a la situación. Esta respuesta, conocida como «lucha o huida», implica la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que aumentan la frecuencia cardíaca, dilatan las pupilas y redistribuyen el flujo sanguíneo hacia los músculos.
¿Cómo nos afecta el estrés?
Aunque el estrés agudo puede ser beneficioso en situaciones de emergencia, el estrés crónico puede tener efectos negativos en nuestra salud, tanto en términos físicos como psicológicos. La liberación constante de hormonas del estrés puede debilitar nuestro sistema inmunológico, incrementar la presión arterial y contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Además, existe una estrecha relación entre el estrés crónico y problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión.
El estrés también puede afectar nuestra cognición y rendimiento. Cuando estamos bajo una carga constante de estrés, nuestra capacidad para concentrarnos y tomar decisiones informadas puede disminuir. Esto puede tener repercusiones en nuestras actividades diarias y en nuestras relaciones interpersonales.
¿Cómo puedo identificar el estrés?
Reconocer la presencia del estrés es el primer paso para abordarlo de manera efectiva. A pesar de que todos experimentamos el estrés en algún momento de nuestras vidas, es crucial ser capaces de identificar cuándo este se convierte en una carga abrumadora y perjudicial. Las señales físicas pueden manifestarse a través de dolores de cabeza recurrentes, problemas gastrointestinales, una sensación constante de fatiga y trastornos del sueño. Desde una perspectiva emocional, el estrés puede evidenciarse mediante la irritabilidad, cambios en el apetito, dificultad para concentrarse y una sensación persistente de agobio. Aunque existen varios tipos de estrés.
SÍNTOMAS DE ESTRÉS
Identificar el estrés es la puerta para poder ponerle fin. Es especialmente útil cuando se ha cronificado y se ha convertido en algo natural, aunque peligroso, para nosotros. Es especialmente importante detectarlo cuando, además, estamos notando la combinación entre estrés y ansiedad.
Estos son los síntomas principales de estrés crónico:
- Dolores de cabeza y tensión muscular: el estrés puede generar una tensión crónica en los músculos, especialmente en la zona del cuello y los hombros, lo que a menudo conduce a la aparición de dolores de cabeza tensionales. Estos dolores de cabeza pueden variar desde leves molestias hasta malestares intensos que afectan significativamente la calidad de vida.
- Problemas gastrointestinales: el sistema digestivo es particularmente susceptible al estrés, lo que puede resultar en malestar estomacal, náuseas, diarrea o estreñimiento. Estos síntomas pueden manifestarse como una respuesta directa del sistema digestivo a las hormonas del estrés liberadas en el cuerpo.
- Fatiga y agotamiento: el estrés sostenido puede agotar tanto mental como físicamente, dando lugar a una sensación continua de cansancio, incluso después de períodos de sueño aparentemente adecuados. La fatiga causada por el estrés puede dificultar el desempeño en el trabajo, los estudios y otras actividades diarias.
- Cambios en el apetito: en algunas personas, el estrés puede suprimir el apetito, mientras que en otras puede actuar como un desencadenante para comer en exceso, lo que puede llevar al aumento de peso. Estos cambios en el apetito pueden ser una respuesta emocional al estrés, ya que algunas personas pueden buscar consuelo en la comida.
- Problemas de sueño: el estrés puede interferir con la calidad del sueño, resultando en dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes durante la noche e incluso insomnio. La preocupación constante y los pensamientos rumiantes pueden dificultar el relajamiento necesario para un sueño reparador.
- Irritabilidad y variaciones en el estado de ánimo: las personas sometidas a estrés suelen volverse más irritables, impacientes y susceptibles a cambios emocionales repentinos. La presión constante puede dificultar la regulación emocional y hacer que las personas se sientan abrumadas por sus propios sentimientos.
- Dificultad para concentrarse: el estrés puede dificultar la concentración y el enfoque en las tareas diarias, afectando tanto el rendimiento laboral como el académico. Los pensamientos intrusivos relacionados con las preocupaciones pueden competir por la atención, lo que disminuye la capacidad para concentrarse en una tarea específica.
- Aislamiento social: en ciertos casos, el estrés puede llevar a una reclusión social, donde la persona evita interactuar con los demás debido a la abrumadora sensación de estrés. El aislamiento puede empeorar la percepción del estrés y dificultar la búsqueda de apoyo necesario.
Estrategias de gestión del estrés
Existen diversas estrategias que pueden ayudarnos a gestionar y reducir el estrés en nuestras vidas. En algunos casos, una de esas estrategias es la que más podría ayudarnos, pero normalmente necesitamos combinarlas para alcanzar la máxima eficacia.
Estas son las mejores estrategias para combatir el estrés:
- Técnicas de relajación: incorporar técnicas como la respiración profunda, la meditación y el yoga en nuestra rutina puede contribuir a disminuir la activación del sistema nervioso y promover la relajación. Estas técnicas pueden ayudarnos a crear momentos de calma en medio del ajetreo diario.
- Ejercicio regular: la actividad física constante libera endorfinas, sustancias químicas que mejoran nuestro estado de ánimo y reducen los niveles de estrés. Encontrar una actividad física que disfrutemos y que se adapte a nuestras preferencias puede hacer que el ejercicio sea una herramienta efectiva para combatir el estrés.
- Gestión del tiempo: aprender a organizar y priorizar nuestras tareas puede reducir la sensación de estar abrumados y conferirnos una mayor sensación de control sobre nuestras responsabilidades diarias. La planificación adecuada puede ayudarnos a evitar la procrastinación y reducir la sensación de estar constantemente presionados por el tiempo.
- Apoyo social: compartir nuestros sentimientos y preocupaciones con amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede brindarnos un espacio seguro para expresarnos y recibir el apoyo necesario. La conexión con otros puede ayudarnos a sentirnos comprendidos y menos solos en nuestras luchas.
- Hábitos de sueño saludables: mantener una rutina regular de sueño y crear un entorno propicio para descansar puede mejorar la calidad de nuestro sueño y disminuir los niveles de estrés. Evitar el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de dormir y mantener un horario coherente de sueño puede mejorar nuestra higiene del sueño.
- Establecer límites: aprender a decir «no» y establecer límites claros en nuestras responsabilidades puede prevenir la sobrecarga y el agotamiento. Reconocer nuestras propias limitaciones y ser capaces de comunicarlas de manera efectiva puede evitar que nos sintamos abrumados por compromisos excesivos.
El estrés, siendo una respuesta innata del organismo humano, puede volverse perjudicial cuando se prolonga en el tiempo y se convierte en una carga constante. Identificar los síntomas del estrés es esencial para abordarlo de manera efectiva y evitar posibles complicaciones a largo plazo. A través de la implementación de técnicas de manejo del estrés, como la práctica de la relajación, la realización de ejercicio físico y la búsqueda de apoyo en nuestro círculo social, podemos aprender a gestionar las demandas de la vida moderna de una manera más saludable y equilibrada. Recordemos que cuidar de nuestra salud emocional es un paso fundamental hacia una vida plena y satisfactoria.
Fuente: elperiodico.com
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