EL PACIENTE PSICOSOMÁTICO
El estudio de los trastornos psicosomáticos siempre ha planteado problemas de índole teórico-clínica, que han dado lugar a numerosos estudios y a controversias.
Podríamos definir este tipo de trastorno como la vivencia de los conflictos a través de diversas reacciones somáticas: úlceras, anorexias, cardiopatías, colitis, asma, insomnio, …
Es frecuente la atención en consulta de pacientes que han pasado por una gran cantidad de diagnósticos, exploraciones y tratamientos, sin obtener resultados satisfactorios post-tratamiento.
Los mismos síntomas en diferentes pacientes no garantizan una misma estructura. Lo que se observa es que no hay una estructura de base común en este tipo de pacientes, como nos podemos encontrar en otros cuadros clínicos. De ello podemos deducir la importancia de un buen diagnóstico diferencial tanto médico como psicodinámico.
Todos, en un momento dado, hemos sufrido sintomatología psicosomática. Hay personas que aunque no se las definiría como un paciente psicosomático, ante situaciones de crisis acaban agravando o padeciendo una enfermedad; pero hay un tipo de persona concreto que tiene una especial predisposición para desarrollar un trastorno psicosomático.
Además de las dificultades que nos podemos encontrar ante el diagnóstico, no todos los pacientes pueden iniciar una psicoterapia, dado que se ha de vislumbrar un mínimo deseo de querer descubrir esos contenidos desconocidos que tanto malestar provocan.
Características más comunes y tratamiento
De los estudios que se han realizado a lo largo de la historia, se pueden inferir una serie de características, que a mi entender, hacen reconocer al paciente psicosomático.
Estas características pueden parecer exageradas, dado que corresponden a un enfermo psicosomático puro, y que es muy difícil, prácticamente imposible, que encontremos en la práctica clínica, donde lo habitual es encontrar síntomatología psicosomática.
Este tipo de paciente tiene una relación especial con la realidad, a la que generalmente se sobreadapta, viviendo de forma objetiva e impersonal. Manifiestan conductas de hiperactividad. Presentan inclinación compulsiva al trabajo, son superexigentes e hipereficaces, se dedican a lograr éxitos externos, e inducen a los demás a que se les exija. Hay predominio del principio de la realidad frente al principio del placer. Un ejemplo de esto lo podemos ver en muchas mujeres que viven con una dedicación exclusiva a la familia, y que se pasan el día obsesionadas por la limpieza. O en muchos ejecutivos/as que no tienen horario para salir del trabajo, y que han hecho de éste su vida.
En cuanto a los afectos presentan desconexión (alexitimia). Presentan dificultades para detectar, discriminar, y manifestar emociones, y las que expresan, están a nivel muy corporal. Esto, a la vez nos lleva a un pensamiento despojado de sentido y significado emocional, cuyas representaciones emocionales son pobres, escasas y repetitivas. Pierden el interés por el pasado y por el futuro, y es lo fáctico y lo actual lo que se impone. Igualmente podemos observar que mantienen un contacto superficial en sus relaciones. Para ilustrar este tipo de rasgos expondré el ejemplo de un paciente que, preocupado sobre como lo podían ver los demás, relataba: «No quiero dar motivo a nadie para hablar, quiero que a mi hija y a mí nos vean impecables«. Esto hacía, que semanalmente hiciera un gasto compulsivo en ropa, ya que una prenda no podía ser utilizada en más de una ocasión.
Esto no quiere decir que tengan bajo nivel intelectual, pues pueden llegar a ser muy racionales y a intelectualizar, pero hay escasez de sueños y de pensamiento creativo, y si los hay no cumplen la función de elaborar y simbolizar pensamientos latentes, sino la de evacuar el contenido latente. Existe una disminución del uso de símbolos en la transmisión de los procesos psíquicos y las cadenas asociativas son pobres, motivos por los cuales el tratamiento psicoterapéutico no está exento de dificultades, siendo habitual que en el transcurso de las sesiones expongan: «No sé que más le he de explicar, si no me pregunta», o » Bueno y ahora que he de hacer, no sé como hablando me puede ayudar a curar mi enfermedad».
Estos pacientes también tienen muchas dificultades para elaborar las separaciones. En muchas ocasiones la aparición de la sintomatología psicosomática aparece tras una pérdida o una separación. Viven éstas como peligrosas, pues los puede llevar a desorganizaciones primitivas.
El tratamiento que consideramos más adecuado es la psicoterapia, en muchas ocasiones acompañada de un abordaje multidisciplinar, donde se pueda instaurar un tratamiento farmacológico si se considera necesario, puesto que hay que tener muy presente, en este tipo de trastornos, que la dolencia fisiológica es real.
Se ha comprobado que el acompañamiento psicoterapéutico, en este tipo de pacientes, con el objetivo de ir identificando y elaborando las diferentes emociones, hace que experimenten una paulatina mejoría de la sintomatología psicosomática.
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Angeles Codosero Medrano. Psicóloga clínica (Col. núm. 6267). CENTRE DIAGONAL. BARCELONA. www.centrediagonal.com
AUTOR
Angeles Codosero Medrano
Psicóloga clínica y psicoterapeuta psicoanalítica
Psicóloga clínica (Col. núm. 6267)
CENTRE DIAGONAL. BARCELONA.
www.centrediagonal.com